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Bernardo Fernández, el empresario que pagó 48 mil pesos mensuales y fundó una empresa en prisión

  • Foto del escritor: P Pastrana
    P Pastrana
  • 3 ago
  • 4 Min. de lectura

El empresario Bernardo Fernández Tanus narró su experiencia en la cárcel de San Miguel, Puebla, donde fundó Yolki, un emprendimiento de bolsas recicladas tejidas por reclusos.

Bernardo Fernández fue encarcelado por ejercicio indebido de funciones públicas y desde la prisión creó una empresa llamada Yolki. (Fotoarte: El Financiero | Fotografías: @bernardofeta/Instagram | Shutterstock)
Bernardo Fernández fue encarcelado por ejercicio indebido de funciones públicas y desde la prisión creó una empresa llamada Yolki. (Fotoarte: El Financiero | Fotografías: @bernardofeta/Instagram | Shutterstock)

Para un gran sector de la población que no cuenta con alguna capacidad económica, la cárcel puede ser la peor experiencia. En cambio, para el empresario y exjefe de oficina del secretario general de Gobierno de Puebla, Bernardo Fernández Tanus, fue “el hotel más caro de México”, un lugar de oportunidad para volver a explotar sus habilidades y encontrar la fe.


Similar a otros testimonios de personas privadas de la libertad, Fernández Tanus conoció desde adentro cómo opera una cárcel: cómo se controlan los negocios, la corrupción de los funcionarios encargados del penal y de quienes llevan el proceso judicial. Incluso llegó a temer que una “líder trans” lo violara.


Fue detenido el 20 de diciembre de 2021 en Puebla, y, sin saberlo, ya estaba protegido desde el exterior. Cuenta que el director del penal de San Miguel recibió varias llamadas telefónicas antes de su ingreso. Lo amenazaron con su familia y le advirtieron que, si algo le pasaba al empresario, “él y su familia iban a valer ver**”. Pudieron ser sus contactos políticos o empresariales; él no revela quién estaba detrás de ese respaldo.

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El costo de vivir en la cárcel con una ‘membresía premium’

La ayuda recibida desde fuera lo obligó a permanecer en la sección Z, un espacio alejado del área común, donde aparentemente se encontraban dos tipos de personas privadas de la libertad: quienes eran acusadas de cometer delitos de cuello blanco o quienes pagaban por un espacio más acomodado.


Fernández Tanus tenía prohibido acceder al área común, pero durante su estancia de tres meses y medio en prisión pagó 12 mil pesos semanales para obtener beneficios. Estos no se comparaban con la libertad, pero mejoraban su experiencia en el penal.


“Pagaba 12 mil a la semana y eso me daba que no me mataran”, dijo. También accedía a los sanitarios, televisión en el área común, y a tener su propio celular dentro del penal, aunque para que pasara los filtros de seguridad se debía pagar un adicional de tres mil pesos. Usaba el refrigerador y disfrutaba de otros ‘lujos’, como una crema contra las arrugas y un juego de mesa, según contó en el pódcast Dimes y Billetes de Moris Dieck.


También contaba con la ayuda de una “persona de talacha”, otro interno que se encargaba de limpiar su espacio y ayudarlo a cargar bolsas de comida que su familia le llevaba cada semana durante las visitas.


Sin embargo, existían otros sobornos. Recuerda que pagaba para que los custodios lo dejaran fuera de su celda hasta las 20:00 horas, aunque normalmente debían regresar a las 18:00. El dinero de los sobornos llegaba a un “líder”, quien lo administraba: pagaba a oficiales corruptos y se quedaba con las ganancias.

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Del “hotel más caro de México” a crear una empresa de bolsas

Fernández Tanus no define los tiempos dentro de la cárcel ni cuánto tardó en adaptarse al reclusorio de San Miguel, donde permaneció tres meses y medio. Pero su ‘ingenio’ y experiencia empresarial lo llevaron a crear una empresa dentro de la prisión.


Conoció a un recluso, al que llamaba ‘Goyo’, que tejía bolsas de plástico con materiales reciclados para venderlas y enviar dinero a su familia. Entonces, el empresario hizo cálculos. Le compraba todas las bolsas que producía en una semana para entregarlas a sus familiares y que ellos las vendieran fuera del penal.


Las ventas de las bolsas fueron exitosas. Llegó un punto en el que ‘Goyo’ no se daba abasto con los pedidos, por lo que Fernández Tanus le recomendó que entrenara a su “gente ahí abajo” para que más reclusos se sumaran y cumplieran con la producción semanal.


“Esta persona, que se llama Goyo, sigue adentro y seguimos haciendo cosas chingonas. Lleva 12 años. Él tejía bolsas y, cuando lo conocí, le decía a mi familia ‘cómprenle una bolsa porque él esa lana se la manda a su hijo para que compren comida’. Le decía (a Goyo) ‘prepara tus bolsas el sábado porque a mi familia les encantaron’”, relató a Moris Dieck.

Fernández Tanus lanzó una empresa con el nombre de Yolki, que, aunque no está registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), cuenta con presencia en redes sociales, aunque estas dejaron de actualizarse poco después de su salida de la cárcel.


En las publicaciones, ofrece las bolsas en 350 pesos y menciona cinco puntos de venta: Keet Showroom, Outlet Puebla, Hotel Casona de los Sapos, Val’Quirico y la Tienda Marcel Palmas.


Contó que se sumaron 28 personas privadas de la libertad para tejer las bolsas y cumplir con los pedidos. Durante el tiempo que funcionó el proyecto, vendieron mil 700 bolsas, lo que representó ingresos por 595 mil pesos. De esa cantidad se debía descontar el pago a ‘Goyo’ y al resto de los reclusos.


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