Murió una veterana de la canción, Ornella Vanoni, dos semanas después de aparecer en la televisión italiana
- P Pastrana

- 23 nov
- 5 Min. de lectura
La artista apareció en dos canales de televisión italianos tras más de 50 años cosechando una fama mundial que comenzó en 1957 cuando comenzó a cantar

A los noventa y un años, de un repentino ataque cardíaco, falleció este sábado una de las más importantes voces de la canción italiana, Ornella Vanoni, cuya máxima popularidad la consiguió durante los años 60 y 70 del pasado siglo. La mantuvo en décadas siguientes.
Como su vocación musical era en ella inalterable, ajena a cualquiera de otras modas y géneros pasajeros, siguió actuando en el presente, al punto que apareció hace pocos días en un par de programas de dos canales televisivos italianos. Últimas imágenes de una estrella muy admirada, a quien el amor le fue esquivo. Dos lo fueron intensos; otro, precisamente con quien únicamente se casó, ausente de pasión, y fue con la pareja que la convirtió en madre, una sola vez.
Por razones familiares, esta milanesa vivió una adolescencia viajera por Suiza, Francia y Bélgica, donde pasó varias temporadas. Tiempo en el que ella pensaba ser esteticista. Pero esa vocación primera se desvaneció al regresar a su ciudad natal, donde debutó como actriz. Aún no se había despertado en ella su ilusión por la música. El debut teatral fue con una comedia universal de Luigi Pirandello: "Seis personajes en busca de autor", en el año 1956, a la que siguieron otras representaciones escénicas, como "El idiota", de Marcel Achard y algunas más de las etiquetadas como "de boulevard".
De pronto descubrió, en 1957, impaciente, su gusto por cantar. Ella misma cuando la entrevisté veinte años después, me confesaría: "Como actriz he sido lo que se dice brillante, pero me entusiasma más cantar. Mi participación es total cuando interpreto una melodía, que es como una pequeña comedia de tres minutos. Me gusta que el público sea partícipe de mis penas o mis alegrías, si es que canto cosas dramáticas o bien divertidas".

Me dijo que comenzó a cantar temas políticos, "para la gente del pueblo, problemas de gente marginada, ladrones, prostitutas… Pero lo dejé, cuando mis conciertos los llamaban "de la mala vida". Cuando yo le pedí a Passolini, poco antes de que lo mataran, canciones para el pueblo, me respondió que no podía. Y estuve de acuerdo con él. Las fulanas, los ladrones, tenían antes sus reglas de honor cuando ahora emplean mayormente la violencia".
Y a partir de esa decepción Ornella Vanoni recurrió a un repertorio, a veces con piezas escritas por ella misma, unas veces con argumentos dramáticos, otras irónicos, que solía interpretar con un fondo melancólico. En su carrera, destacaron, entre otros, estos títulos: "L'appuntamento", "Senza fine", "Piú", "La música è finita"… Ocho veces tomó parte en el reconocido Festival de San Remo, que nunca ganó, sólo accedió una edición al segundo puesto, razón por la que en 1999 le otorgaron un premio honorífico.
Amores y desamores
Resumiendo su larga carrera musical que ha durado setenta años, grabó ciento doce álbumes, de los que vendió sesenta y cinco millones de copias. Interesada por variados géneros, entre ellos el jazz y la bossa nova, lo que la relacionó con figuras como George Benson, Herbie Hancock, Vinicius de Moraes, Toquinho, sin que se olvidara de colaborar con jóvenes italianos como Eros Ramazzoti, entre otros. Muestra ello de su permanente interés por cuanto sonaba en ese tiempo en países alejados de Europa, continente en el que ya era muy conocida, desde aquella Italia en la que competía con Mina, Milva, Iva Zannichi, las más veteranas y luego con las juveniles Partty Pravo y Mía Martini.
Cuando actuó en España, en Barcelona, Valencia y Madrid, que es en nuestra capital donde hablé con ella y asistí a una soberbio recital, me desmintió que se considerara una diva. "No, no lo soy, no tengo a pajes detrás de mí. Estoy siempre sola, no creo problemas y, si acaso, soy agresiva, pero en otro aspecto". O sea, cuando estaba en un escenario, con su impulso temperamental. Como un volcán, titulé mi reportaje y crónica de aquella noche a cuya actuación madrileña acudieron los Duquesa de Cádiz, entre otros personajes. "A don Alfonso de Borbón ya lo conocía de Italia". Tras su espectáculo, tomó asiento en la mesa que ocupaba éste con su esposa, Carmen Martínez-Bordiú.

En efecto: aquel año de mi encuentro con Ornella Vanoni estaba soltera, tras su divorcio del único matrimonio que tuvo con el productor Lucio Ardenzi en 1960. Padres de un varón, Cristiano, separándose en 1972.
Desde entonces no se le conocieron otros amores. Pero los había vivido antes de su desgraciada boda, que no fue afortunada, al menos para ella; primero cuando empezó siendo actriz dirigida por el célebre Giorgio Strehler, con quien mantuvo un prolongado, apasionado romance. Roto éste, su otro explosivo amor fue con el cantante y compositor Gino Paoli, quien tras estrenar "Senza fine", se la cedió a Ornella para que hiciera otra magnífica interpretación. Fueron amantes pero a ambos se les unió una tal Anna Fabbri, triángulo que desembocó en una explosiva ruptura seguida por la prensa rosa italiana con indisimulado interés periodístico. Relación tenebrosa aquella, según reflejaba el diario de más tirada.
Pasaron los años y Ornella Vanoni siempre fue muy respetada como una dama ya nonagenaria en el presente, que nunca dejo de actuar en los últimos tiempos, siendo su álbum de 2021 "Única con Arcobaleno" su postrera grabación.
Después de haber residido, a lo grande, en un lujoso piso en Largo Trevés, hubo de amoldarse a ocupar un pequeño apartamento, que le proporcionó su asistenta, en el céntrico barrio milanés de Brere. Todo ello forzada porque fue el banco descubriendo que en su cuenta sólo tenía treinta euros. En su última vivienda los vecinos se sobresaltaban cuando a altas horas de la noche se ponía a cantar con su todavía vozarrón. Acerca de su ya mala situación económica, confesó que le habían robado un montón de dinero, sin aportar pruebas.
Le hubiera gustado, decía, haber tenido más hijos: sólo fue madre de Cristiano. "Pero no encontré el esposo adecuado". Con una de los dos retoños de su hijo, Camilla, grabó un disco en 2007, "Una bellísima ragazza". Estaba muy contenta de ser abuela.
Ya, por su avanzada edad, había dispuesto lo que deseaba para su funeral: ser vestida con un modelo de Dior y que sus cenizas fueran arrojadas en aguas del mar veneciano.
Su genio, nunca la abandonó.














Comentarios